viernes, 29 de junio de 2012

Superar la frustración de Río+20 mediante el compromiso religioso y la comunidad


Los participantes del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) en la Conferencia Río+20, patrocinada por las Naciones Unidas, se han unido a una amplia coalición religiosa en su rechazo del documento final oficial.

“Reconocidos científicos medioambientales dicen que no ha pasado prácticamente nada entre 1992 y 2012 en cuanto a política pública y compromiso mundial”, observó el Prof. Leonardo Boff, exitoso escritor brasileño y cofundador de la teología de la liberación latinoamericana, que llegó a esa conclusión cuando se acercaba el final de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible Río+20 (CNUDS).

Boff se sumó así al coro de voces críticas que asistieron a la Conferencia de la ONU y su equivalente populista, la Cumbre de los Pueblos, celebradas simultáneamente del 20 al 22 de junio en Río de Janeiro, Brasil. Boff presidió junto con el moderador del Comité Central del Consejo Mundial de Iglesias, Rev. Dr. Walter Altmann, un acontecimiento de la Cumbre de los Pueblos sobre “la base ética y teológica de la justicia climática”.

A la par que lamentaba la condición humana en relación con los ecosistemas actuales, Boff confesó: “Dondequiera que vamos, llevamos destrucción y obligamos al resto de especies a huir. Allá donde reina nuestro pensamiento basado en la economía, prevalecen la pobreza, la explotación y el hambre”.

Altmann lamentó, por su parte, la aparente desconexión entre las estrategias de las organizaciones internacionales reveladas en el documento final de Río+20 y los recursos potenciales a nivel local que encontramos en las comunidades religiosas y otras expresiones de la sociedad civil.

“Hubo más diálogo con la sociedad civil en 1992”, recordó Altmann mientras volvía la vista a la Cumbre para la Tierra que tuvo lugar en Río de Janeiro aquel año. Además, hizo hincapié en que las comunidades religiosas tienen la vocación específica de responder a las crisis que afronta nuestro planeta, analizando sus dimensiones espirituales y éticas.

El panel presidido por Altmann y Boff fue uno de los ochenta acontecimientos de la Cumbre de los Pueblos agrupados en un espacio ecuménico e interreligioso llamado “Religiones por los derechos”. Las actividades de ese ámbito ofrecían una interacción creativa entre las múltiples y variadas religiones del mundo.

No se puede justificar la falta de ambición

El Dr. Guillermo Kerber, encargado del programa de Cuidado de la Creación y Justicia Climática del CMI, reafirmó la conclusión de los asociados religiosos negándose a aceptar el documento de Río+20 como un instrumento de cambio eficaz.

“El documento final de Río+20 no refleja la urgencia de las amenazas para la vida en la Tierra que presenta la comunidad científica”, dijo. “Tampoco renueva los compromisos anteriores de la comunidad internacional, en especial los de los Convenios de Río de 1992 con respecto a la diversidad biológica, la desertificación y el cambio climático. No hay compromisos nuevos ni concretos de cara al futuro”.

En su crítica del documento, Kerber afirmó: “El CMI ha abogado por un preámbulo basado en los principios con un claro fundamento ético. La ‘visión’ actual del texto no está a la altura en este aspecto. Al ser incapaz de alcanzar un consenso, la comunidad internacional optó por el mínimo común denominador, evitando las cuestiones controvertidas. Como consecuencia, pierde la Tierra y pierden los pobres y vulnerables”.

Kerber también desechó el enfoque prudente del texto: “Los argumentos usados para justificar la falta de ambición del documento, como las crisis financiera y económica, son inaceptables desde la perspectiva del CMI”.

Durante la conferencia, representantes de la Cumbre de los Pueblos se reunieron con el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, para transmitirle su frustración con respecto al documento final de Río+20.

Rafael Soares de Oliveira, director ejecutivo de la organización ecuménica de servicios Koinonia, miembro de ACT Alianza, dijo lo siguiente del encuentro con Ban Ki-moon: “La reunión supuso un desafío concreto para el dirigente de la ONU en lo que concierne a su programa para el futuro. La Cumbre de los Pueblos no aceptó el documento final de Río+20 como un instrumento de cambio eficaz”.

Necesidad de teología pública

El Obispo Dr. Heinrich Bedford-Strohm, de la Iglesia Evangélica Luterana en Baviera, Alemania, fue uno de los oradores que siguió alentando a las personas de fe para que se dedicaran a la lucha contra el deterioro del medio ambiente.

Bedford-Strohm dijo que “las religiones llegan a las mentes y los corazones de las personas. Por lo tanto, lo que necesitamos es una teología pública que se desarrolle en lenguaje religioso y laico”.

También señaló dos elementos que, en su opinión, son fundamentales para cambiar el mundo: inspiración e incentivos. “No soy tan pesimista”, dijo el obispo. “Las religiones tenemos tanto que ofrecer”.

El Rev. Dr. Nestor Paulo Friedrich, presidente de la Iglesia Evangélica de Confesión Luterana en el Brasil (IECLB), añadió: “Lo que vimos aquí en Río de Janeiro demuestra que la distancia entre la CNUDS y la Cumbre de los Pueblos refleja la necesidad urgente de aumentar la participación de la sociedad civil en el diálogo mundial”.

Una joven líder musulmana, Soher El Sukaria, secretaria de la Sociedad Árabe Musulmana de Córdoba, Argentina, y coordinadora de la Red Juvenil de América Latina y el Caribe de Religiones por la Paz, puso énfasis en la lucha común de las religiones por proteger el medio ambiente y empoderar a los pobres. Y antes de que concluyera el panel, Michael Slaby presentó, en nombre del rabino Awraham Soetendorp, la declaración interreligiosa “Towards Rio+20 and beyond – a turning point in earth history” (Hacia Río+20 y más allá: un punto de inflexión en la historia de la Tierra), un texto que ya han firmado muchos dirigentes y organismos religiosos.

El Consejo Mundial de Iglesias, a través de su programa de Cuidado de la Creación y Justicia Climática, seguirá abogando por los asuntos relacionados con el desarrollo sostenible, el medio ambiente y el cambio climático en el debate de las Naciones Unidas. El CMI se compromete asimismo a continuar participando en el movimiento que organizó la Cumbre de los Pueblos.


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