miércoles, 7 de marzo de 2012

Sudamérica y Haití: ¿Intervención, Cooperación o Solidaridad?





*Por Martín Coria



A dos años del terremoto de enero de 2010, quizás uno de los mayores dilemas éticos y de política exterior hacia Haití para los países de ésta Sudamérica de hoy - mayoritariamentecomprometida con el respeto a los derechos humanos, la inclusión social y el respeto por la soberanía y autodeterminación de los pueblos- pase por discernir y transparentar cuántode intervención(ismo), de cooperación y de solidaridad definirán la relación de la región sudamericana con la República de Haití de aquí en mas. Aunque esté lejos de ser perfecta o suficiente, es muy bueno y necesario que los países sudamericanos cooperen y se relacionen con Haití.

Los gobiernos de Sudamérica y algunos de los organismos de los que son parte (UNASUR, BID) han hecho mucho por el pueblo e instituciones haitianas desde el terremoto de enero de 2010. Sin embargo, Sudamérica tiene que hacer mucho más por “y con” Haití, y mejor. Este es el tiempo justo para que las y losgobernantes sudamericanos y haitianos piensen en grande, a largo plazo y acuerden formas de cooperación y relacionamiento mutuo que sean solidarias, dignificantes y transformadoraspara ambas partes. Si “otra forma de cooperación con Haití es posible” (y necesaria), quiénmejor que Sudamérica para pensarla e intentarla. 

Para pensar el presente y el futuro de la compleja relación Sudamérica-Haití habrá que hacer un esfuerzo constante para evitar distraerse en lugares demasiado transitados cuandose trata de Haití. Me refiero a: la demonización o descalificación rápida de toda la “ayudainternacional” (que no hace justicia con los innumerables ejemplos de cooperación solidariay efectiva), a la simplificación de la situación interna en Haití, especialmente de las dinámicasde poder local y la súper inequitativa distribución de la riqueza y el poder (que oculta el rol delas elites haitianas, demasiado cómodas por demasiado tiempo, incluyendo durante el procesode reconstrucción del país) y, por último, la autocomplacencia de muchos actores extranjeros-gubernamentales y no gubernamentales- trabajando en Haití, incluyendo aquí a algunos sudamericanos que a veces parecieran satisfacer su necesidad de hacer algo “por o en” Haití observando o propagando las imágenes de “sus” cascos azules como si éstos fueran merosagentes humanitarios.Dicho lo anterior, puede decirse que hasta el momento las numerosas acciones ejecutadas y los gestos realizados por los gobiernos de la región hacia Haití ofrecen un panorama mixto, con “luces” y también con “sombras”, con algunas novedades y con “más de lo mismo”. 

Al tiempo que Sudamérica intenta tener gestos concretos de hermandad y acercamiento inteligente al pueblo Haitiano, sus autoridades e instituciones, aún persisten asignaturas pendientes y contradicciones irresueltas anteriores al terremoto de enero 2010 a la vez que emergen nuevos desafíos.Por “Sudamérica”, el articulo se refiere a Brasil y países del Cono Sur, dejando el particular caso de Venezuela para un segundo artículo sobre los países Caribeños.

Aciertos y desafíos 

Entre los aciertos sudamericanos en Haití que ofrecen pistas para pensar el futuro se destacan: la inteligente decisión de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) de crear y mantener la Secretaria Técnica UNASUR-Haití en Puerto Príncipe, las cada vez más frecuentes visitas de autoridades políticas haitianas a países de la región y viceversa, la creciente presencia y participación activa haitiana en cumbres y reuniones sudamericanas así como las visitas de intercambio de técnicos y especialistas haitianos a países de la región enfocadas en temas tan variados como políticas públicas para luchar contra el hambre (a Brasil), agricultura familiar (Argentina), mantenimiento de caminos (Bolivia) y deporte y paz (Colombia). 

A esto se suman las varias e interesantes iniciativas de cooperación Sur-Sur que tienen lugar en Haití en áreas claves como educación (Chile, Uruguay), salud pública (Colaboración Tripartita Brasil-Cuba-Haití), seguridad alimentaria (Argentina) fortalecimiento del sistema de justicia, derechos humanos, entre otros. En general, y con algunas excepciones, estas iniciativas hechas “desde y por” Sudamérica parecieran tener poco que ver con demandas o incidencia hecha por la sociedad civil sudamericana sino mas bien con iniciativas que han surgido de actores políticos-diplomáticos- administrativos de las administraciones publicas y gobiernos de la región. 

Interesantemente, y con alguna excepción ligada sobre todo al tema de la presencia militar en Haití, las redes y plataformas temáticas de sociedad civil de la región parecieran ir (muy) por detrás de sus gobiernos cuando de cooperar, solidaridad y relacionarse con Haití se trata. Resulta menos claro poder determinar en qué medida los países sudamericanos y organismos como la UNASUR se involucran real y efectivamente la discusión y definición de temas relacionados a Haití en ámbitos claves para el proceso de reconstrucción del país como el accionar del Banco Interamericano de Desarrollo, o si las decisiones sobre Haití descansan en la burocracia (y consultores) del Banco. Dicho sea de paso, luego de ríos de tinta escritos sobre la importancia de favorecer la apropiación y control social local del proceso de reconstrucción, la página sobre Haití del sitio web del Banco Interamericano de Desarrollo advierte que los proyectos aprobados y en estudio por el organismo están disponibles sólo en idiomas español e inglés. A pesar de las distintas agendas, miradas e intereses entre los países de la región, ojalá que la cooperación para el desarrollo sudamericana hacia Haití sea lo más parecida a un “todo coherente” y que no replique “vicios” ya crónicos de mucha cooperación del Norte como la falta de coordinación, el desconocimiento a las capacidades, idiosincrasia y prioridades locales y la imposición, en definitiva, del “poder del dinero” en las relaciones de cooperación entre países soberanos. 

Las contradicciones y asignaturas pendientes sudamericanas en Haití

Más allá de las campañas y acciones de comunicación que vemos de tanto en tanto en Sudamérica para promocionarla, la presencia militar extranjera en Haití es muy cuestionada y vivida por muchos sectores como una ocupación militar del país. Es auspicioso que los países de la UNASUR hayan tenido la iniciativa política de tomar el toro por las astas y llevar en una primera instancia el nivel de personal a niveles pre-terremoto pero es imperioso que Sudamérica haga su parte (los gobernantes haitianos deben hacer la suya) para evitar una renovación automática y cómplice de su participación en la MINUSTAH en 2012.

Cuatro oportunidades y desafíos

Para terminar, éstas son sólo algunas de las oportunidades y desafíos que los y las gobernantes de Sudamérica tienen o deberían considerar en relación a su política hacia Haití en los meses y años por venir:

1. Enriquecer la cooperación con Haití aprovechando le experiencia y lecciones aprendidas de países hermanos del Caribe como Cuba y Venezuela cooperando y relacionándose solidariamente con el gobierno y pueblo de Haití y que han tenido y continúan teniendo importantes resultados en áreas como la salud pública y la formación de profesionales universitarios. La colaboración tripartita Brasil-Cuba-Haití marca un posible camino a seguir.

2. En diálogo con las autoridades de Haití, acordar una política migratoria común de Sudamérica hacia Haití que permita recibir en forma digna y segura a nuestros hermanos y hermanas haitianas que así lo deseen y que prevenga y ponga fin a la incipiente trata y tráfico de personas.

3. Reconociendo y recordando siempre la inmensa y espontáneas muestras concretas de solidaridad dominicanas con el pueblo y autoridades haitianas luego del terremoto, se debe promover, en forma respetuosa y constructiva, un diálogo sudamericano con la hermana República Dominicana sobre la situación y los derechos de los haitianos y dominicanos de ascendencia haitiana en ese país, los cuales en su mayoría sufren un hostigamiento y claras violaciones de sus derechos humanos en pleno siglo 21.

4. Crear mecanismos permanentes de rendición de cuentas y consulta de los gobiernos sudamericanos con la sociedad civil sudamericana sobre la política hacia Haití,empezando por temas como la presencia militar sudamericana y el accionar del Banco Interamericano de Desarrollo.A casi dos años del terremoto, es mucho lo que se ha hecho pero muchísimo lo que falta hacer en Haití para que la justicia y la dignidad se instalen definitivamente en ese país y son los haitianos quienes deben, pueden y van a hacerlo. Lo que desde Sudamérica no puede faltar es la voluntad de caminar en forma paciente, humilde y respetuosa, junto al pueblo de Haití y sus instituciones en su lucha por conseguirlo.




*Martin Coria, es argentino y coordina los programas e iniciativas de cooperación y solidaridad de la agencia ecuménica internacional Church World Service en América Latina y el Caribe incluyendo la Repúbica de Haití, donde la organización trabaja desde 1954 junto a organizaciones locales. Las visiones expresadas en este artículo son a título personal. mcoria6@gmail.com





por más información sobre FUMEC ALC click Aquí

No hay comentarios:

Publicar un comentario